7 Las mujeres, danzando, cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y
David sus miríadas.
8 Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía: «Dan
miríadas a David y a mí millares; sólo le falta ser rey.»
9 Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de
envidia.
10 Al día siguiente se apoderó de Saúl un espíritu malo de Dios y
deliraba en medio de la casa; David tocaba como otras veces. Tenía Saúl la
lanza en la mano.
11 Blandió Saúl la lanza y dijo: «Voy a clavar a David en la pared.»
Pero David le esquivó dos veces.
12 Temía Saúl a David porque Yahveh estaba con David y de Saúl se
había apartado
13 y le alejó Saúl de junto a sí, nombrándole jefe de mil y entraba y
salía a la cabeza de la tropa.
14 David ejecutaba con éxito todas sus empresas y Yahveh estaba con
él.
15 Viendo Saúl que tenía mucho éxito le temió.
16 Todo Israel y Judá quería a David, pues salía y entraba a la cabeza
de ellos.
17 Dijo Saúl a David: «Voy a darte por mujer a mi hija mayor Merab,
tan sólo con que me seas valeroso y luches las batallas de Yahveh.» Saúl se
había dicho: «Que no muera por mi mano, sino por mano de los filisteos.»
18 Dijo David a Saúl: «¿Quién soy yo y cuál es mi linaje, la casa de
mi padre en Israel, para ser yerno del rey?»
19 Pero cuando llegó el tiempo de entregar a Merab, la hija de Saúl, a
David, fue entregada a Adriel de Mejolá.
20 Mikal, hija de Saúl, se enamoró de David; se lo dijeron a Saúl y le
agradó la noticia.